lunes, 2 de abril de 2007

Lo prometido es olvido

Como veis, prometí escribir cada semana y lo olvidé, o me hice el español, digo, el sueco. Aun así lo vuelvo a prometer. No tengo claro de qué voy a hablar con ustedes por este medio, para un rey es difícil comunicarse, bastante tengo ya con ser bueno y campechano, pero sí que lo deseo, es otra manera de abrir(me)se a los demás. Aquí os dejo hasta la próxima semana, juro.
En esta entrada dejo unas frases para la reflexión, a ver qué os parecen:

"Para mí, la sobrevalorada idea del futuro siempre se presentó como uno de esos animales que todos consideran tiernos y suaves hasta que se acercan para lamerte la mano y entonces qué asco. El futuro es un conejillo de Indias del mismo modo que uno es un conejillo de Indias del futuro."

"Si hay un rasgo distintivo que hermana a todas las personas débiles de este mundo es la insistencia de hacer una y otra vez aquello que saben les sale más o menos bien."

"...la televisión y los televisores nunca dejaron de producirme una cautelosa intriga. Siempre me pareció extraño el modo en que la gente se refiere a la televisión como [la tele]. ¿Por qué ese diminutivo cariñoso que se reserva para los seres vivos y por qué no, por ejemplo , [el refri], [el lava] o [el fono]? ¿Qué es lo que tenían los televisores que no tuvieran otros artefactos electrodomésticos? ¿Cómo se producía esa corriente afectiva hacia una máquina que muchos no podían siquiera sintonizar en una persona?"


y la última:

"Hilda sonríe y se cuelga del brazo de Daniel y piensa que lo quiere mucho sin saber muy bien por qué y le da algo de miedo pensar que el amor sea eso: algo que no se entiende y que se disfruta mientras se lo tiene sin hacer preguntas ni exigir respuestas, algo casi extreterrestre."


Todo esto está sacado de un cuento llamado "Pruebas irrefutables de vida inteligente en otros planetas" de Rodrigo Fresán, en su libro La velocidad de las cosas. Re-recomienda.